Españoleando en Guirilandia

Soy cañí porque así me hizo Dios.

27 octubre 2004

¡Essspaña!

El otro día Cat, mi flatmeit inglesa, me preguntó qué era lo que más me gustaba de España. Me quedé absolutamente en blanco.
Pensé en el incidente. ¿Qué me gusta de España? Sinceramente, no encontraba nada.

Traté de averiguarlo. Pensé en un primer momento en los baluartes del orgullo español de mis compañeros erasmus: clima, siesta, comida, horario nocturno. Pueril, irrelevante, relativo, insustancial.
Pensé después en la cultura popular, en esas cosas que me representan cada vez que me presento como español: tómbola, toros, glamour de tres al cuarto, habladurías, parafernalia sin fondo y la peor tradición que jamás hemos tenido. Simplemente despreciable.
Pensé en la historia: inquisición, aniquilación, imposición, catolicismo, dictadura. Ejem.
Pensé en algo más mío… música española, por ejemplo. Eso sí, sólo si obviamos que todo es un reflejo de lo inglés o norteamericano.
Pero seguí ese camino y pensé en el arte. Y por fin encontré brillo.
Seguí ese brillo y pensé en el idioma. Definitivamente, pensé, eso es lo que más me gusta de España, mi mayor vínculo con ese país de cristos con lentejuelas… y lo que más echo de menos aquí: el castellano.

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