Españoleando en Guirilandia

Soy cañí porque así me hizo Dios.

25 diciembre 2004

Vuelta a Zaramierda

Tenía ganas de reencontrarme con esta ciudad que es mi vida entera. Porque aunque mi primera reacción tras llegar a Oxford fue de agudizar mi desprecio hacia ella, últimamente había acabado echándome al bolsillo un par de cosillas que me gustaba toquetear cuando metía la mano protegiéndome del frío. ¡Y tenía ganas de sacarlas de ahí!

Así que llegué a España expectante. Barcelona, dos de la tarde, un sol caliente en lo alto que es que daba gusto verlo de lo majo que estaba, ahí todo rechoncho y jovial y no timidín como en Oxford. Y vi a los indígenas y me sentí a gusto allí. Después de todo, parecía que este país no merecía tanta crítica.

Pero el siguiente paso fue más traumático: aterricé en Zaragoza y no vi más que macas, maquineros, pijos, fashions, pueblerinos (de los de ignorar cualquir cosa situada al otro lado de la puerta de casa), viejas ostentosas, moscas matándose a cabezazos contra el cristal que las separa de la luz y niños pisándose la ropa grande de papá.

Y volví a odiar esta mierda de ciudad, ese no llegar a nada, no ser nada y hacerlo todo a medias. Ser nazi sin tener ideología, ser fashion sin innovar, ser pueblerino en la ciudad.

Me sentí aliviado de estar sólo de paso.

Etiquetas: