Españoleando en Guirilandia

Soy cañí porque así me hizo Dios.

28 marzo 2005

De excursión a Brighton *

Aún a pesar de mi clásico ataque a las fronteras, he de decir que siento que el Reino Unido funciona como un cuerpo, mucho más que España; que sus miembros, sean individuales o colectivos, se sienten positivamente parte de un país estructurado al que aportan y del que reciben. Cada uno tiene su función, y no envidia uno del otro esto o aquello si no que ambos construyen hombro con hombro aportando sus saber-haceres. Así hay ciudades industriales o universitarias, hay lugares de gentes refinadas y sobrias y otros de gentes brutas y apasionadas, y hay quien trabaja sentado y quien lo hace de pie, y todos ellos parecen tener presente un interés común. Aquí la palabra patriotismo puede tener sentido y no está vacía y viciada como en España.

Y en este pastel reinounidense -y para acabar el ciclo de ilustraciones de chachismo- Brighton es la ciudad de las fiestas, del libertinaje y de la vida fácil. Con sus clásicos Pier y Royal Pavilion. El primero, icono lúdico: tragaperras, maquinitas, casas del terror, montañas rusas, algodones de azúcar, todo ello sobre el mar. El segundo, un bizarramente indiesco palacio dieciochesco construido por Jorge *número* para disfrutar de los efectos terapéuticos de bañarse y beber el agua del mar. Efectos que se popularizaron por entonces y comenzaron a atraer a lo más chic de la sociedad inglesa, transformando Brighton de pueblo de pescadores a ciudad in. Y el entretenido Museum and Art Gallerie, un museo que atesoraba tanto arte clásico como iconos de la cultura popular o juvenil reciente, esa que en Zaragoza (¿España?) es pasto de la sonrisa por vivido, la risa por lo que vivieron, la ignorancia o el desprecio. Sólo en un museo británico el atuendo de un punki o de un gótico puede aparecer detrás de una vitrina, sólo aquí puede haber proyecciones de vídeos de escateros o jipis, mostrar iconos juveniles como la Lambretta, narrar el enfrentamiento de rockers y mods, o exhibir flyers de clubs.

Por lo demás, frío, plata y vida nocturna. Y se acabó.

Etiquetas: