Españoleando en Guirilandia

Soy cañí porque así me hizo Dios.

18 abril 2005

Adolfo en el Ciberespacio (1)

El primer contacto con Adolfo fue como ya lo he relatado. El segundo, al día siguiente y a la misma hora, no varió mucho. En el tercero la cosa se complicó: quería mandar "cartas de esas".
- ¿E-mails?- le pregunté yo.
- Noséé, cartasdésas delordenadór.
- Sí, e-mails. Para eso tendrás que tener una cuenta de correo.
- Noséé, ¿ymiamigocomoloháce?
- Él tendrá una.
- ¿Yesanováleoquéé?
- Sí... ¿te la deja? ¿Sabes la contraseña?
- Sí-í, veníaescritaa enunodestospápeles- Me entregó los mensajes que Yolanda le había mandao a su amigo. La busqué, muy extrañado de que se hubiera impreso la contraseña, a la vez que intentaba disimular que estaba leyendo lo que podía.
- No aquí no sale, es muy extraño que una contraseña salga al imprimir un mensaje. ¿Te refieres a esto?- Le dije señalando la parte de arrobahotmailpuntocom.
- Síí, esó, esaéra.
- No. Eso no es, eso es la dirección.
- Aáh.
- Entonces tendrás que pedírsela a tu amigo o hacerte una.
- Aáh.

Al rato...
- Oyéé, ycuantocuestahacerseunacartilladésas.
- Nada, en cinco minutos lista.
- Nóó, quecuantocuestaá dedinero.
- Ah, nada, es gratis.
- Ah, pues sí, sí, hazmeuna.

- Te indico. Coge el ratón y ves a "Inicio".- A lo que Adolfo se quedó parado, sin saber qué hacer. Le insistí de nuevo, señalando dónde estaba el botón. Adolfo ni se inmutaba, por lo que le señalé también el ratón: - Coge el ratón y ves aquí, a "Inicio”.
- ¡Áh!- exclamó, tras lo que cogió el ratón por la base con la mano derecha y con la izquierda empezó a mover el dedo por el logo de la marca.
- No, tienes que ponerlo en la mesa.- Dejó el ratón en la mesa y volvió a mover el dedo sobre el logo.
- No, no, tienes que deslizarlo por la mesa.- Se lo ejemplifiqué.- ¿Ves? Así.
- ¡Áh!- Por fin había comprendido. Cogió el ratón con dos dedos y lo empezó a mover con sumo cuidado en línea recta perfectamente horizontal. Claro, hasta que se chocó con el teclado y no pudo continuar. Volvió a empezar, y tras cuatro o cinco intentos logró llegar al borde izquierdo de la pantalla. Ahora tocaba bajar, también en línea recta perfectamente vertical. Y de nuevo tuvo problemas: se le acabó la mesa. Terminé por hacerle un hueco enorme, y tras un rato consiguió poner la flechita en "Inicio".
- Ahora preta el botón.- Y de nuevo insistió con el logo.- No, ése no, éste.
- ¡Ah!- Para cuando le consiguió dar, la flechita ya estaba en Madagascar.
- Se te ha ido la flecha. Tienes que volver a ponerla aquí.- Y de nuevo la misma operación. Después de varias idas y venidas de ratón, por fin consiguió acertar en "Inicio". E "Internet Explorer". ¿Y qué venía ahora? No sé en qué punto empecé a hacerlo yo por él, pero creo que no llegué a esperar a que buscara en teclado todas las letras de “hotmail”…

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