Españoleando en Guirilandia

Soy cañí porque así me hizo Dios.

17 abril 2005

Adolfo

Adolfo era un hombre bajito, regordete y feúcho. La halopecia amanecía en su cabeza, y sus ojos saltones tenían esa mirada quieta que insinuaba que el torrente de impulsos químicos jamás iba a llegar a la parte correcta del cerebro. Le costaba un poco pronunciar, particularidad de la que sus mofletes caídos daban la sensación de ser los causantes.
Adolfo vestía pantalones vaqueros raídos y camisetas de la carrera popular del Pryca, que debían de ser de cuando era niño, tan rotas y tan pequeñas le estaban. Tan tan pequeñas que se le solía poder ver una lorcilla allí donde acababan por debajo.
Así era Adolfo.

A sus treintaymuchos, Adolfo seguía soltero y buscando el amor. Había oído todo eso de los ordenadores, a veces hablaban de ellos en las noticias, y algún amigo suyo ya era aficionado, pero todo aquello le parecía demasiado grande para él y no lo llegaba a comprender. Finalmente su búsqueda le aventuró hacia esta tierra desconocida, sucumbiendo ante las insistencias de un amigo suyo que había conocido por internet a una colombiana separada que también buscaba el amor.

Fue entonces cuando vino a mí.

Etiquetas: