Españoleando en Guirilandia

Soy cañí porque así me hizo Dios.

25 enero 2006

El ascenso de Juan Ramón

Pero ni siquiera los miembros del sindicato comprendían. Juan no podía entender porque se hacían llamar La manzana de Eva. Deberían llamarse Un poco de soma para Bernard, pensaba con furia. Tomó su propia iniciativa.

Una noche se quedó despierto para hablar con Antonio, el búho al que solía oir cantar alegre antes de acostarse, y que tenía fama de conocedor. Le preguntó sobre el destino de tantos cerditos desaparecidos, pero Antonio no sabía más que de aquellas cosas que ocurrían de noche, y ésa no era una de ellas. Tendría que hablar con José Luis, la pequeña gatita negra que andaba siempre a sus anchas y convivía con los humanos. Juan, educado, le dió las gracias y las buenas noches y se fué a dormir porque ya estaba muy cansado.

La noche siguiente vió a José Luis. Ella no lo sabía exactamente, pero creía que los convertían en comida en el edificio de enfrente.
- ¿Comida?- preguntó extrañado Juan.
- Sí – Respondió José Luis–. Los meten ahí y luego salen hechos filetes y chorizos y jamones. Yo nunca he entrado porque me da miedo.
- ¡Comida! – Y diciendo esto entró en estado de shock.

Se recuperó doce horas después. No se lo podía creer. Aunque siempre coincidía que se llevaban a los cerditos más gordos, pero... ¡para comérselos! Una cosa es un ratón o una lagartija, pensaba, pero un cerdo... el ser cerdícola es único y distinto a todos los demás seres. Desde luego, no está hecho para ser comido, sus intereses son muy otros. ¡Con qué derecho...!
Poco a poco se fue dando cuenta de que era mucho peor de lo que pensaba. Eso convertía a él y a Ascensión y a todos sus compañeros en meras máquinas de hacer carne. Nacían y morían según voluntad ajena, y sus condiciones de vida no eran otras más que las que los humanos querían. Y todo para comérselos. ¡Qué se habían creído! Juan sentía la rabia y la furia carcomer sus entrañas. Decididamente, él no iba a ser otro cerdito cebado sólo para ser comido.

Humillado y oprimido, Juan planeó su venganza.

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