Españoleando en Guirilandia

Soy cañí porque así me hizo Dios.

07 marzo 2005

¡Quiá!

Porque Meteoro me lo ha recordado, voy a hablar del Soho. Pero no del Soho tal y como lo conozco ahora, sino del Soho que vi con él… aquella vez.
Me cansé de contar esta historia a mi vuelta a Zaragoza: “…y después de haber pateado toda la mañana y media tarde, abrimos el mapa de par en par en busca de alguna placica o parquecillo para merendar. Mira, aquí, ´Soho Square´ dice, hombre, tiene buena fama, ¿no? Hala, otra vez al metro, tucutucutucutucu, Meteorito en cabeza con mapas y direcciones como buen apasionado que es de todo lo que se mueve sobre raíles y yo en la cola con ojos de asombro para todo. Y en éstas que ya toca bajarse, dice Meteoro, me vuelvo a marear con las escaleras de baldosas inclinadas y salimos a la luz. Meteoro volvió a señalar el rascacielos ese y a mí que me sonaba a flautas chinas y que no sabía si Oxford Street estaba a la derecha o a la izquierda o si era paralela o perpendicular. Por aquí, bien, ahora la primera a la derecha, o a la otra, y ¡tachán! Una placita encantadora bajo un sol radiante, céspedes y caminos gobernados por una pequeña casita de cuento. Y todo gente comiendo, leyendo el periódico o dándose amor. ¡El sitio perfecto! Nos asentamos, sacamos nuestros panes y nuestros chorizos, ¡y al ataque! Triquitriqui ñam ñam que llega hasta nosotros volando una página de una revista, G-A-Y se llamaba, y nos paramos a leerla con morbosidad provinciana. Debe ser de esos de allí, que tienen una pinta de julais… Parecía que había alguna otra página por ahí tirada, así que me di un garbeo para rescatar el cuerpo, a lo que volví con la cabeza gacha y el culo prieto: ¿te has fijado…? Levantamos la vista y ya no eran sólo a esos dos, acostados ahora uno encima de otro, sino que había otros allí, y otros allí, y otros allí…
Entonces me di cuenta de hasta qué hiperbólico punto de exageración podía ser Londres diferente de Zaragoza.”

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