La conjura de los necios

Sentado todo el día en mi cuarto, me dedico a garabatear tonterías sobre la falta de decencia y buen gusto de esta atroz época, la vulgaridad de sus gentes y mi ingeniosa concepción del mundo. La televisión me enerva y no ceso de blasfemar contra ella. Lo mismo pasa con el comercio y la insulsa política moderna. Mi padre, del que por supuesto vivo, me urge a encontrar trabajo, el flagelo de nuestro mundo, pero me refugio en mi retórica para no hacerlo y sobre la marcha voy formulando teorías que de él me excusen. El hecho de buscar trabajo –o entrar en una tienda, o salir de casa- requiere riguroso esfuerzo y un estado de ánimo específico que sólo muy de vez en cuando, y siempre tras unos cuantos sucesos alegres, soy capaz de conseguir.
Ah, se me olvidaba. Me llamo xIgnatius Jaques Reillyx y tengo estreidech.