Españoleando en Guirilandia

Soy cañí porque así me hizo Dios.

31 marzo 2005

Las pistolas del predicador *

He tenido muchos maestros que me enseñaron la teoría, pero ninguno logró que la pusiera en práctica. Y estoy convencida de que funciona, quiero ser gobernada por ella, pero por más que lo intento no logro hacer las cosas según su dictado. Sé que hasta que no lo consiga no seré ni proyecto de lo que me gustaría llegar a hacer de mí. Quiero intentarles comprender, ayudarles, enseñarles lo que pueda y al mismo tiempo aprender de ellos, descubrir su perla. Pero me da pereza. Intento no despreciarles, no sentir rechazo cuando hacen esas cosas, no achacarles los problemas del mundo, no tomarlos por idiotas cuadriculados, de estrecho mirar, de nefasto actuar. Pero es que a veces se pasan. Les perdono la primera vez, me muerdo la lengua la segunda, pero exploto a la tercera. Se pasan. Se pasan de hedonistas, se pasan de pasivos y tienen exceso de somas. No tienen fuerza de voluntad, no se preocupan de aquello que no ven, como les pasa a los perros, tienen memoria de pez, se suben al carro sin preguntar(se). Y a) tienen demasiado estrecho el mirar, b) son muy idiotas o c) son malvados. Por su culpa el mundo es la mierda que es. Todos están destruyendo todo con su insensatez. Se pasan. Les odio. LES ODIO.

¿Veis?

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29 marzo 2005

Pumuki y la estantería de chocolate

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¡Una escena que no se volverá a repetir!
;)

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28 marzo 2005

De excursión a Brighton *

Aún a pesar de mi clásico ataque a las fronteras, he de decir que siento que el Reino Unido funciona como un cuerpo, mucho más que España; que sus miembros, sean individuales o colectivos, se sienten positivamente parte de un país estructurado al que aportan y del que reciben. Cada uno tiene su función, y no envidia uno del otro esto o aquello si no que ambos construyen hombro con hombro aportando sus saber-haceres. Así hay ciudades industriales o universitarias, hay lugares de gentes refinadas y sobrias y otros de gentes brutas y apasionadas, y hay quien trabaja sentado y quien lo hace de pie, y todos ellos parecen tener presente un interés común. Aquí la palabra patriotismo puede tener sentido y no está vacía y viciada como en España.

Y en este pastel reinounidense -y para acabar el ciclo de ilustraciones de chachismo- Brighton es la ciudad de las fiestas, del libertinaje y de la vida fácil. Con sus clásicos Pier y Royal Pavilion. El primero, icono lúdico: tragaperras, maquinitas, casas del terror, montañas rusas, algodones de azúcar, todo ello sobre el mar. El segundo, un bizarramente indiesco palacio dieciochesco construido por Jorge *número* para disfrutar de los efectos terapéuticos de bañarse y beber el agua del mar. Efectos que se popularizaron por entonces y comenzaron a atraer a lo más chic de la sociedad inglesa, transformando Brighton de pueblo de pescadores a ciudad in. Y el entretenido Museum and Art Gallerie, un museo que atesoraba tanto arte clásico como iconos de la cultura popular o juvenil reciente, esa que en Zaragoza (¿España?) es pasto de la sonrisa por vivido, la risa por lo que vivieron, la ignorancia o el desprecio. Sólo en un museo británico el atuendo de un punki o de un gótico puede aparecer detrás de una vitrina, sólo aquí puede haber proyecciones de vídeos de escateros o jipis, mostrar iconos juveniles como la Lambretta, narrar el enfrentamiento de rockers y mods, o exhibir flyers de clubs.

Por lo demás, frío, plata y vida nocturna. Y se acabó.

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27 marzo 2005

Piedra, árboles y cultura

Un apéndice a Oxford cultural

Recomiendo se den este par de vueltas-e por Oxford:
- Oxford según Radiohead
- Mapa virtual
Las enlazo en le menú de la derecha (---->) para siempre jamás.

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25 marzo 2005

Oxford cultural

No sé si alguna vez habrán pensado lo que una universidad tan importante como la de Oxford significa. Aparte de togas, carreras de piraguas y todo eso, supone un hervir cultural incomparable: música, exposiciones, bibliotecas, charlas, conciertos, tiendas chulas, vidilla.

Un concierto de música clásica nos sorprendió en el Sheldonian Theatre, los martes -que es gratis- hay cita con el jazz, leí una biblia con índice temático (alcoholismo, suicidio, drogodependencia, problemas matrimoniales…) mientras escuchaba un concierto de órgano en la capilla del Queen´s College, y vi decenas de grupos inesperados tocando aquí o allí, en el club, el bar o la calle.


Instantánea tomada desde el patio del Queen´s College. (Mire a su alrededor)

Vi exposiciones y fui a museos, el Modern Art, el Natural History, la Bodleian Library. Esta Bodleian que digo es la principal biblioteca de la Universidad de Oxford y es depósito de copyright de las publicaciones británicas desde 1610, aparte de venir recopilando libros desde el siglo XI, algunos de los cuales exhibe.


Carrera de animales en el Natural History Museum.


Culete de Sir Thomas Bodley en el patio de su biblioteca.


Aula de la Bodleian Library.

Todo eso vi y más cosas que veré, y revolveré como revolví a maravillarme en cada visita con esta ciudad que es toda piedra, árboles y cultura.
¡Un hurra por ella!

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21 marzo 2005

Londres cultural

Londres descubrió la bicicleta y nosotros descubrimos sus museos. En una primera exploración penetramos en el National Gallery y en el National Portrait Gallery. El primero, ya intentado abordar con Meteoro, nos mostró algunas pinceladas interesantes, vangoghes y seurates y monetes, aparte de buen cobijo para comer, pero tuvimos que defendernos de una mayoría aplastante de curas y cristos y vírgenes marías y reyes. El segundo estuvo divertido, una hora para los 90, media para el resto del XX y más del doble para un cuadro decimonónico que representaba una fiesta victoriana o algo parecido. O no, no sé.

Damon Albarn Graham Coxon Alex James Dave Rowntree
Serie de cuatro retratos por Julian Opie exhibidos en el National Portrait Gallery


Con Pakito tocó el Imperial War Museum, o la historia a través de las guerras y tiro porque me toca. Había pequeñas secciones para cada guerra en las que había participado el Reino Unido, y miren que no se han saltado una los muy belicistas, pero sobre todo dominaba la II Guerra Mundial, que bien merece un homenaje la especial afición que las bombas alemanas le tenían a este país. Había misiles gigantescos que eran como la nave del cónsul de la Hegemonía o el cohete de Tintín / también estaba la bomba atómica / un submarino descapotable y otro individual que no era ni el doble de grande que el torpedo que llevaba / una enorme águila nazi con agujeros de bala de cuando la conquista final de Berlín, de expresión autoritaria y severa cuando mirada de frente pero triste y apenada cuando de lado / tanques que por dentro no son más que un amasijo de hierros, a lo que uno no puede dejar de pensar en los tozolones o golpes en la espinilla que se tenían que pegar con este o aquel hierro / una foto gigante de una madre con la mano en alto, palma extendida y llanto desesperado // Estaba la historia y las tácticas de aquellos Churchill, Montgomery y Eisenhower, pero también los miedos y esperanzas de esos ciudadanos que iban al otro lado del mar a matar… o ser matados, fotos de aquellos en la avioneta justo antes de saltar, con una mirada que es un poco más y un poco menos la de quien va al médico con un grano en el culo. Los mismos a quienes la historia les obligó a ser carne de las balas, alimento de la patria, remedio antiviral; esos que tuvieron que entregar el presente propio cierto por un posible futuro ajeno.

Había todo eso y muchos más sentimientos, interesantes, espantosos o curiosos; pero de entre todos ellos, los dichos y los olvidados, destacaré el que me hizo marear por un instante: la interpretación modernista del Guernica que reinaba el fondo de la sala principal.

Sólo pensé una cosa al salir: “mierda, llueve y no me he traído el chubasquero”, porque lo otro ya lo sé hace tiempo.

Ni una más.

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20 marzo 2005

Tgjjjjrrrkjjjrrrrjjj

Interrumpimos la programación del diario-e para anunciar la visita de la primavera. Llegó el jueves, en vez de mañana como tenía previsto, y le dimos la bienvenida con picnic y sesión matutina de guitarrica en South Park. El día siguiente me la llevé de la mano por un paseo por toda la orilla del Támesis, y nos acompañó a Londres esa tarde. Planea quedarse unos tres meses.
Tgjjjjrrrkjjjrrrrjjj

18 marzo 2005

Visita a Stratford-upon-Avon

Lo que los más avispados conocerán de Stratford-upon-Avon es que es el pueblo natal de Shakespeare. Pero lo que ya les quedará más a desmano, dada esa mágica propiedad del inglés de que siempre suena bien dígase lo que se diga, es que su nombre es igual de campechano que Argamasilla de Alba o Albadalejo del Cuende. O Alcalá de Henares, que a todos los resabidos les pica la lengua por repetir que Cervantes y Shakespeare murieron el mismo día, pero bien poco se conocen el paralelismo de sus pueblos natales, y bien hago si creo que más les habría de marcar eso a estos dos que no el día que defuncieron y ya no pudieron hacer nada más. Digo yo, vamos.

En fin: Stratford, cual Argamasilla o Albadalejo. Stratford, un pueblecillo que, exceptuando el asfalto, poco o nada ha cambiado desde tiempos de Shaki. Todo él llenito de casitas medievales, no meros adornos, si no viviendas, restaurantes, tiendas, cafés. Aquí en Oxford ya hay alguna de esas, no crean, pequeños amasijos de vigas onduladas y paredes torcidas, con ventanas compuestas de rectangulillos de cristal deformante, ofreciendo el último grito en nokias en la planta calle, pero lo de ese pueblo era demasié. ¡Calles y calles llenas de! Y su precioso canal con cuacuas y jrrrrrjrrrrrres y gniugnius. Y árboles lloricas y recovecos y el teatro y las tabernas y el paseo por la orilla. Y los coches, ¡qué coches! Yo no entiendo mucho pero eran todos como mercedes o más. Sí, todos. Había hasta un Porsche todoterreno. Quiero decir, a mi plin esos y los otros y todos, qué se van a pensar, pero no vean cómo olía a parné entre estos tatarataratatatararí nietos de William.

En fin, que muy bonico, maños.

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16 marzo 2005

El periplo irlandés, o cómo sacarse una postal de la manga *

Entre el 19 y el 24 de enero Borriquito Delante Pa Que No Se Espante, Pumuki, Rachel y Bruja Piruja tuvimos ocasión de recorrer Irlanda, lo que constituye un buen primer ejemplo para entender el concepto de chachismo. El caso quedó puntualmente retratado en las siguientes postales:
Costa oeste, con fecha 31/1/5,
Dublín, con fecha 1/2/5, y
Belfast, tíriririríriiii, con fecha 3/2/5.

Y a continuación os ofrezco, queridas amigas, un sencillo método para sacarse una postal de la manga.
En primer lugar necesitaremos hacer los siguientes preparativos:
- Introducir postal en manga de jersey.
Tras lo que procederemos de la siguiente manera:
- Estiraremos la manga unos 8 ó 10 centímetros, según el tamaño de la postal.
- Manteniéndola estirada con el dedo corazón, introduciremos en ella los dedos índice y pulgar. Aquí podéis encontrar una sencilla guía para no liarse con los nombres de los dedos.
- Pinzaremos la postal.
- Tiraremos de ella hasta que queda totalmente fuera de la manga.
¡Y ya la hamos sacado!
Próxima entrega: "hacer castillos en el aire".

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14 marzo 2005

La pirámide de Maslow

El primer semestre fue de: retrete y supermercados, lidiar con el inglés, hacer amiguitos y lidiar con el inglés.
El segundo semestre está yendo de: chachismo.
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En mis próximas postales dotaré de dimensión real a este último concepto aplicándolo a mi caso particular. Próximos títulos: El periplo irlandés o cómo sacarse una postal de la manga, Visita a Stratford-upon-Avon, Londres cultural, Oxford cultural y De excursión a Brighton. ¡Permanezcan atentos, queridos lectores!

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12 marzo 2005

"Aznar cría cuervos, el pueblo pone los ojos"

No me gustan los aniversarios fáciles, ni el “recordar” en imperativo plural del discurso hitleriano, porque no me gusta comprar caramelos que son sólo envoltorio.
No me gustan las manifestaciones antiterroristas, ni las acciones terroristas cuando traen muertos. Y cuando los traen no me gusta llorarlos a espuertas como hace aquella cara pública de lágrimas televisivas, como aquel presentador de noticias. Su vacío sentimiento me repugna.
No me gusta que el terrorismo llene la sobremesa, la tertulia, la editorial; no me gusta que sea el tema del día de jueves a miércoles; porque así se resuelve en elefante volador al que señala el pillo mientras nos roba la cartera. Un elefante cuyo combustible son vidas, una nube trompada a la que una y otra vez miramos en idiotez colectiva.
No me gusta la muerte, tampoco la cárcel ni la tortura; no me gusta el dolor por la pérdida, tampoco el dolor por la injusticia, sufrimiento, explotación, hambre, inseguridad… y aún más pérdida. Me enfurece que uno y otro dolor no reciban la misma cantidad de lágrimas públicas.
Y no tengo muy claro si por o a pesar de todo
ello, necesito publicar este correo-e que me ha enviado Meteoro:

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Hoy hace ya un año del 11-M.


Al día le quedan sólo unas horas y he estado toda la jornada pensando en escribir. En el trabajo no me concentraba y casi no he podido hacer nada. Sólo ahora, a las 22:40, es cuando me he decido a enfrentarme al folio en blanco y a los recuerdos. No sé cómo empezar, ni sé siquiera si acabaré diciendo todo lo que tengo en mente o cómo lo escribiré, pero si sé que la letra queda, y hará que el recuerdo no se diluya con el paso del tiempo.

Aquel día estaba en Madrid. Esa semana tenía clases de postgrado y como todos los días Andrés y yo nos disponíamos a ponernos las pilas para intentar ordenar un poco el territorio.
Sonó el despertador. Lucha contra la pereza, el sueño y ganas de descansar un poco más, para enseguida ir a desayunar.
Era jueves, la semana y la larga conversación de la noche anterior nos estaban pasando factura. Ese día no nos cruzamos con mi padre, que ya había salido a trabajar, no habíamos puesto la radio, y eran creo que cerca de las 8:00. Salimos a la calle con el tiempo justo para llegar a las clases y no nos dábamos cuenta de nada.
Ese día no nos cruzamos con el continuo flujo de personas que se dirigen al edificio de oficinas de al lado de mi casa. Oíamos alguna sirena de más a lo lejos. Nos pareció extraño que una lechera de la policía escoltara a una ambulancia del SAMUR. Batimos nuestro particular record de la Calle Jordano por segunda o tercera vez en lo que iba de año, que no consistía en otra cosa que recorrerla todas las mañana desde la Calle Fuencarral hasta la Plaza de Pablo Olabide por el centro; ”como en los pueblos” solíamos decir. Llegamos a nuestro particular refugio en la madrileña jungla de asfalto que es la Plaza Olabide y su habitual silencio mañanero llegaba a su máxima expresión.
Por fin, llegamos a FUNDICOT. La noticia estaba ahí.
Las primeras cifras salían por la ediciones digitales de los periódicos, la radio estaba puesta, nadie estaba para nada. Sólo había una preocupación. Saber cómo se encontraba la gente que tenían que venir en metro o en cercanías. La gente fue llegando poco a poco, la ciudad estaba herida física y psicológicamente. Eso se notaba, la gente estaba a la expectación del encuentro deseado, de la confirmación tranquilizadora, de la noticia que da sosiego, la calma…
Recuerdo perfectamente cómo Celia comentaba que había necesitado casi 12 minutos para salir a la calle desde el andén de la línea 10 en Alonso Martínez, o cómo a Andrés le empezó a sonar el móvil con la gente de Zaragoza preocupados queriendo saber cómo nos encontrábamos, o cómo sonaba la voz de María cuando la llamé desde la cabina,…
Sin embargo había algo que no cuadraba. Guillermo no había llegado y todos los días cogía el cercanías de la línea de Alcalá. No se podía saber nada. Con internet y los teléfonos fijos y móviles colapsados no había manera de informarse. Pasaban los minutos y no había respuesta. Pasaba media hora y no se sabía nada...
Por fin el teléfono da señal ¡¡A Guillermo ese día el sueño le regaló una vida!! Era el mismo sueño que le hizo perder el tren que tenía pensado coger. Era un tren que tenía que llegar hasta Atocha y luego a Chamartín. Era el tren que tuvo como estación final la del Pozo del Tío Raimundo. Guillermo se tuvo que quedar en Alcalá y darse la vuelta a Guadalajara. Horas más tarde un mail con una redacción profundamente afectada por los sentimientos decía que había vuelto a nacer.
Recuerdo a Aitor preocupado por una amiga suya que en ese momento se encontraba en uno de los trenes y que pasado todo este tiempo aún sufre las consecuencias físicas, las otras nunca se irán…
Recuerdo cómo decidimos ir donar sangre y como oímos por la radio que se pedía no se fuera a donar sangre, que estaba saturado el servicio de donantes, o cómo Dani se enteraba de que su padre había salido del tren que le traía desde Pinto, y que se paró en seco por la explosión cuando aún le faltaba la mitad del andén por recorrer en Atocha, para ayudar a los heridos.
No se me olvida que decidimos ir a Sol a concentrarnos silenciosamente y como había grupos numerosos de policías, que entraban y salían del metro, el ruido de los helicópteros rastreando el cielo, gente sin rumbo intentando quemar nervios, en definitiva, pequeños gestos que generaban movimiento entre la gente por unos segundos, incertidumbre, incertidumbre que matada toda esperanza de encontrar serenidad en esos momentos y que no dejaba hueco en nuestras mentes para la calma.
Me acuerdo como al día siguiente se quedó muda la ciudad a las doce, como los de Price Waterhouse Coopers se concentraron en la puerta de su sede y espontáneamente decidieron trasladarse a la calzada de la Calle Almagro, y el silencio siguió hasta que se rompió con palmadas de esperanza, en palmadas de escape a tanta agustia y a tanto dolor, en palmadas que por un momento dejaron mudas las bombas y los gritos de dolor.
Tampoco se me olvida cuando quedé con M.Ángel y el resto de la colonia cántabra el sábado otra vez en Sol, y vimos como en la plaza llena hasta la bandera, con velas, pancartas y pitos como se iniciaba una cacerolada ensordecedora. Recuerdo como la presión popular me aplastaba contra los muros de la sede de la Comunidad de Madrid, cómo para ver algo me tenía que subir a las barandillas de la boca de metro, como recorrimos la calle de Atocha hasta llegar a la glorieta de Carlos V…
No se me olvida cómo lloraba el cielo el día de la manifestación. Cómo se convirtió el recorrido en un particular Vía Crucis para todos los que hacíamos nuestro dolor el dolor de los familiares, amigos y conocidos de las víctimas. ¡No estamos todos faltan 200! se oía.
No se me pasará por alto el mail que me decía lo triste que era pensar que “en la época de los cromagnones se resolvían los problemas a garrotazos y ahora nosotros nos creíamos civilizados…” Cuánto de verdad tenía esto; qué increíble especie es la raza humana, capaz de lo mejor y de lo peor al mismo tiempo, capaz de infligirse el más cruento, espantoso y horrendo de los dolores contra sí mismo.
Pasaron los días y al día siguiente de volver a Zaragoza me encontré con Raúl en el Paseo de Independencia : ¿Cómo estás tío?¿Como están las cosas por Madrid? - Están mal, están muy tristes.
No era complicado explicar a Benjamín y a Jorge como el dolor se había apoderado de Madrid, para eso estaban las imágenes, pero si me resultaba especialmente difícil explicar hasta qué punto como una ciudad que rezuma energía, vitalidad y movimiento, se había quedado desolada, apagada, quieta, intentando digerir lo mucho que se le había herido. Cómo una ciudad que está acostumbrada a arrastrar y tirar del carro necesitaba angustiosamente que la empujaran, que se había quedado sin aliento,…

Hoy, como todos los días me he levantado a las 07:15. Hoy, he puesto la radio, me he me he cruzado con mi padre en el pasillo y he desayunado con él. Hoy, cuando he salido a la calle ya estaba formada la hilera de gente que se dirige desde la boca de metro al edificio de oficinas. No se oían ambulancias, ni ha pasado una lechera de la policía a toda velocidad por la Plaza de Quevedo. Ya no voy por la Calle Jordano, pero estoy seguro que hoy no hubiera podido dar dos pasos por la calzada de la calle. Hoy más que nunca me he fijado en estos pequeños e insignificantes detalles. Esos detalles que están ahí y de los que hoy más que nunca das gracias de que existan y conviertan el día en un día más.

Hoy ha pasado un año del 11-M y parece que los días vuelven a ser como nunca debió dejar de serlo aquel once de mayo de dos mil cuatro, parece que la ciudad respira hondo de nuevo aunque no pueda evitar que se le entrecorte el aliento cuando piensa en los ausentes.

MADRID, 11 de Mayo de 2005
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El pueblo siempre pone los ojos.

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07 marzo 2005

¡Quiá!

Porque Meteoro me lo ha recordado, voy a hablar del Soho. Pero no del Soho tal y como lo conozco ahora, sino del Soho que vi con él… aquella vez.
Me cansé de contar esta historia a mi vuelta a Zaragoza: “…y después de haber pateado toda la mañana y media tarde, abrimos el mapa de par en par en busca de alguna placica o parquecillo para merendar. Mira, aquí, ´Soho Square´ dice, hombre, tiene buena fama, ¿no? Hala, otra vez al metro, tucutucutucutucu, Meteorito en cabeza con mapas y direcciones como buen apasionado que es de todo lo que se mueve sobre raíles y yo en la cola con ojos de asombro para todo. Y en éstas que ya toca bajarse, dice Meteoro, me vuelvo a marear con las escaleras de baldosas inclinadas y salimos a la luz. Meteoro volvió a señalar el rascacielos ese y a mí que me sonaba a flautas chinas y que no sabía si Oxford Street estaba a la derecha o a la izquierda o si era paralela o perpendicular. Por aquí, bien, ahora la primera a la derecha, o a la otra, y ¡tachán! Una placita encantadora bajo un sol radiante, céspedes y caminos gobernados por una pequeña casita de cuento. Y todo gente comiendo, leyendo el periódico o dándose amor. ¡El sitio perfecto! Nos asentamos, sacamos nuestros panes y nuestros chorizos, ¡y al ataque! Triquitriqui ñam ñam que llega hasta nosotros volando una página de una revista, G-A-Y se llamaba, y nos paramos a leerla con morbosidad provinciana. Debe ser de esos de allí, que tienen una pinta de julais… Parecía que había alguna otra página por ahí tirada, así que me di un garbeo para rescatar el cuerpo, a lo que volví con la cabeza gacha y el culo prieto: ¿te has fijado…? Levantamos la vista y ya no eran sólo a esos dos, acostados ahora uno encima de otro, sino que había otros allí, y otros allí, y otros allí…
Entonces me di cuenta de hasta qué hiperbólico punto de exageración podía ser Londres diferente de Zaragoza.”

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05 marzo 2005

Mi particular viaje al centro de la Tierra chu

Continúan las aventuras de Pakito en singular visita a Oxford...

NO DESESPEREN MÁS!!!
Mis obligaciones académicas me han mantenido lejos de este mi fiel amigo Paco Contreras (PC). Pero acabado el examen "listening comprenhension & composition" por fin lo que todos ansiaban, la segunda parte de "MI PARTICULAR VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA!!!"
Una vez en casa era el momento de decir "uff, pos yastoi aquí..." y era el momento de las presentaciones y del accomodation:
- Mira, eses el baño, esa la cocina y esa la p.. la francesa que me tiene frito...
Pero menos mal que no todol mundo era p... y asi tuve el primer contacto con la colonia española compuesta mayormente por dos bandos, el bando güay y el bando menos güay. En todo caso me limitaré a hablar sólo del bando güay.
Así tuve la oportunidad de conocer a la Silvi (amiga y vecina), a la Altair (que por motivos que no puedo explicar pasaremos a llamar a partir de ahora Leire), al Moncho y a la señora de San Mateo.
Después del stres del viajero tampoco había muchas ganas (ni mucho tiempo) más que para un poco de vida social y para inaugurar ese "PEASOcorshon"hinchable que Leire muy amablemente puso a mi entera disposición.


Una vez levantaos llegaba la hora de emprender: "LA MARCHA HACIA LONDRES!!!"
Pues gracias a la generosidad británica y a un carné de estudiante de Silvia con una foto de Raúl pegada pudimos emprender el viaje a un precio bastante más módico del habitual.
Lo primero que me chocó fueron las lujosas casas de Notting Hill. Pero es que fuera de ese barrio todo siguen siendo casas o al menos bloques de no más de dos pisos, pero no sé si por diferentes o por qué lo eran, todos los edificios me parecían muy bonitos.
Y así comenzó la maratoniana marcha por la capital del imperio y todo mola y todo te suena a película, Carnaby Street, Picadilly Circus y sus luces, el Soho y su ambiente underground, Trafalgar Square, el Hyde Park que suena a concierto, los autobuses, los taxis, las cabinas telefónicas, etc., etc. Mención especial a la impresionante majestuosidad del "Big Ben". En la casa en que crecí había un reloj que imitaba el sonido del Big Ben. Se lo habían regalado a mi madre en un banco. De pie sobre el puente que cruza el Támesis, escuchando aquellas campanadas musicales, se podía decir que era como estar, por fin, en el concierto de ese grupo que tanto te gustaba pero del que solo habías escuchado en cintas.
Sin embargo la mayor parte del tiempo disponible para el primer día no fue invertida en ver edificios sino en visitar un museo.
¿Acaso no son las guerras aquello que más modifica, afecta e influye en la historia?
¿Acaso no somos, en el lugar donde vivimos, mas que un granito de arena en medio de lo que un día (o más de uno) fue un campo de batalla donde nuestros antepasados lucharon y murieron condicionando así, al vencer o perder, el idioma que hoy hablamos, el dios en que creemos y hasta la ropa que vestimos?
Si señores: el “Imperial War Museum" allí dónde se encierra la historia del siglo XX y donde podemos comprobar lo inteligentes que somos las personas a la hora de perder la inteligencia y ponernos a machacarnos entre nosotros inventando todo tipo de ingenios de destrucción.
Y de primer plato nada más y nada menos que un trozo de muro de Berlín en la puerta así como el que no quiere la cosa. Cuando uno se acerca para tocarlo no parece mas que un trozo de hormigón, pero cuando te paras a pensar que esa piedra mantuvo al mundo separado en dos bloques durante decenas de años y las consecuencias que pudo acarrear su existencia, la gente que murió por intentar saltarlo, etc. a uno le tiemblan las piernas.

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01 marzo 2005

Londres en dos ruedas *

Recuerdo la primera vez que te pisé de verdad, con Meteoro. Lo que vi en ti fue un monstruo, un manchurrón inabarcable, incomprensible, toneladas de incertidumbre a cada esquina doblada. Eras demasiada urbe para un muchacho de provincias como yo, pero una cosa tenía clara: ibas a ser mía.
Y así empecé a perderte el respeto. Aprendí a ir en metro, ¡te cogí un dedo! Conocí los sitios claves, ¡vi tu nariz! Empecé a entender, interactué, fuí a un squat, prescindí de mapa, te fuí atrapando... Me dejaron de sorprender (que no de fascinar) ciertas cosas, me colé en el autobús, te abordé solo, me tomaron por londinense. ¡Ajá! Poco a poco fuiste siendo mía, y ahora...



Londres en dos ruedas es Londres al desnudo. Es perderse en todos los caminos y descubrir así el Londres oculto, el silencioso, el Londres sin look left ni look right, sin Picadilly ni Trafalgar. El Londres corriente, de todos los días, del trabajador que lucha por las mañanas parar rodar por el intestino del monstruo, del colegial que en la liga de futbito compite con quinientos equipos. El Londres de vértigo, de hallarse sumergido en un mar de casas, de asfalto y de coches, hasta muchísimo más allá de donde se pierde la vista. El Londres sin glamour, sin limusinas, sin luces parpadeantes, sin turistas, y con redoblado encanto.
Londres en dos ruedas es Londres en la palma de la mano.
¡Te pillé!

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